martes, 29 de marzo de 2011

Aromas de una tarde

En la vereda de la fuente
entre el corrido y la espera
los besos y el relente
amortajan al tiempo de cera,
Ataviadas de silencios desvencijados.

Como piratas del cielo
las golondrinas esbozan volando
sus nidos de barro y heno.

Los corbatines con alas
plagios de hierba sin eco
retratan el traqueteo eterno
De la fuente de los mil caños
Sin manos subiendo peldaños
en las pestañas del eco.

Los rojos corazones
estañan corrientes de fuego.
Vacía la loma sin sombra
por su tañir azul de campana...
El reborde de destrueco sordo
y la eterna canción del agua.

Y los rosales sin esquinas
clavan sus rosas al viento
la verde hiedra se engarza
en manos de pinos secos.

Zarcillos de las parras verdes
sobre las sombras de patio
la tarde descansa en el pozo
sobre flores de naranjo.

Llenan los campos perpetuos
con sus olores a campo
jazmín, genista y enebro
bordados de abejas de barro.

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